Era, por supuesto, un sábado gris en Londres y había más de 200.000 personas en el mítico Hyde Park, lugar que en sus largos años de existencia albergó en más de una ocasión recitales históricos. En lo más alto de la estructura del escenario podía leerse, entre otras, la leyenda “Nobody should starve in the 21st century”, que en español significa que nadie debería morir de hambre en el siglo 21. Aunque en simultáneo otras nueve ciudades del mundo estaban llevando a cabo sus respectivos conciertos, Londres era el centro de atención: allí, al final de la tarde, Pink Floyd se reuniría para tocar.

El Live 8 nació como una iniciativa de Bob Geldof, líder de The Boomtown Rats y quien se puso en la piel de Pink en la película The Wall. El nombre del festival surgió como una referencia directa al Live Aid que se había realizado en 1985 para recaudar dinero para los países más pobres. El número 8 se debió a que se celebró en las naciones que conformaban el G-8: Reino Unido, Francia, Alemania, Estados Unidos, Rusia, Canadá, Japón e Italia. También Sudáfrica formó parte del proyecto. A diferencia de lo que había sucedido con el Live Aid, en esta ocasión no se buscaba reunir fondos sino concientizar a las sociedades sobre el hambre en muchos lugares del mundo, especialmente en África.

A las 14, hora británica, Paul McCartney y U2 se subieron al escenario para entonar “Sgt. Pepper’s lonely heart club band”. A ellos le siguieron Dido, Richard Aschcroft, Elton John, Madonna, Coldplay, The Who, Mariah Carey, Keane, The Killers, Bob Geldof, Annie Lennox, George Michael, R.E.M, Sting, Travis, entre otro puñado de artistas. Hasta que llegó el turno de la banda que todos esperaban no solo en Hyde Park sino en todos los rincones del mundo, para disfrutarla por streaming o a través de la radio: Pink Floyd, con David Gilmour, Roger Waters, Rick Wright y Nick Mason.

Hacía 10 años que Pink Floyd no compartía escenario y 20 desde que Roger Waters había dejado la banda en muy malos términos. Por lo que la reunión era un hito en la historia de la música. Y el artífice de todo fue Geldof, quien trató de acercar al bajista y a Gilmour que llevaban décadas sin dirigirse la palabra. “El momento era más grande que esos malos sentimientos”, declaró algún tiempo después David cuando fue consultado sobre el encuentro.

Por supuesto, el concierto de los ingleses eclipsó cualquier otro show que se celebrara no solo en Londres sino en las demás ciudades involucradas. Fueron solo 24 los minutos que el grupo compartió en el escenario, tal como lo hizo el resto de los artistas convocados. Por lo que tocaron cuatro de las canciones más famosas de su repertorio, emocionando a los presentes y a quienes los seguían desde otros puntos del planeta: “Breathe”, “Money”, “Wish you were here” y, por último, “Comfortably numb” fueron las elegidas.

Desde ese lejano 2005, los rumores de una nueva reunión no dejaron de resonar año a año. Incluso les ofrecieron sumas millonarias para realizar tours por Estados Unidos. Pero el propio Gilmour se encargó de negarlos categóricamente señalando que Live 8 fue cosa de una sola vez. En estos 14 años la banda sufrió la pérdida de Rick Wright, quien falleció en 2008, Roger Waters y David Gilmour realizaron giras y grabaciones por separado (aunque compartieron escenario una vez en un recital del bajista en Inglaterra) y en 2014 publicaron The Endless River, una compilación de materiales que habían producido durante sus años dorados pero que nunca habían hecho públicos.

Aunque la posibilidad de ver nuevamente a los cuatro en conjunto se diluyó, siempre nos quedará el grato recuerdo del Live 8 para disfrutarlos, una vez más, en todo su esplendor.