Janis Joplin, la estrella de rock que pagó su propio funeral

Escrito por el 7 octubre, 2019

Contra todo pronóstico, Janis Joplin se quería casarEn plena euforia del amor libre, viviendo en la ciudad con más onda de todo el territorio estadounidense, teniendo una amante a la que adoraba, Janis quería ser una mujer como cualquier otra de su Port Arthur natal. Pero sabía que su chico, Seth Morgan, no era trigo limpio. Y que aunque decía ser descendiente del famoso banquero J.P., este Morgan no tenía un peso. Ese fue el motivo que la llevó a visitar al abogado Bob Gordon: encontrar la manera de que su novio firmase un contrato prenupcial. Así ella terminó firmando su propio testamento.

Janis grababa su nuevo disco en Los Ángeles, Seth Morgan se quedaba en la casa de ella en Larkspur, también en California, y allí dormía con todas sus conquistas. La cantante era dependiente emocional y saber que él no era del todo suyo la afectaba realmente. Aunque la cantante también se relacionaba de manera íntima con su amiga Peggy Caserta, sufría por pensar en perder a Morgan. Peggy le decía que él no valía la pena, pero Joplin insistía: le compraba cosas, lo mantenía. La relación no venía de larga data, Janis era bisexual y se había enamorado de muchos de sus amantes, pero Morgan le había pegado fuerte.

Un día de septiembre de 1970, fueron de compras y terminaron discutiendo; para cuando la cantante tuvo que volver a ver al abogado, la idea del matrimonio se había enfriado. Ese 1 de octubre, Janis le dijo a Gordon que quería modificar su testamento. Sensible por la reciente muerte de Jimi Hendrix, ella invocaba a lo mejor de su humor negro para bromear con que dos estrellas de rock no podían morir el mismo año. Pero tenía miedo. Así fue que dejó en claro cómo se dividiría su herencia: un cuarto para su hermano Michael, un cuarto para su hermana Laura, y el resto para sus padres, Seth y Dorothy Joplin. Además, dejaba una suma de 2.500 dólares para que sus amigos pudieran esparcir las cenizas en el Océano Pacífico y luego dieran una fiesta.

Perla negra

En pleno proceso de grabación de su nuevo álbum, Janis llegó al estudio el 3 de octubre para reunirse con la banda Full Tilt Boogie. Después de resolver cómo serían las tomas de los días siguientes, la cantante y un integrante del grupo, Ken Pearson, fueron a tomar vodka al Barney’s Beanery, en un brindis que se extendió hasta la medianoche. Joplin volvió sola al hotel Landmark, donde se estaba alojando, y donde esperaba recibir a Morgan ese fin de semana. Él había prometido llegar antes y no cumplió, lo que afectó los nervios de la cantante. Por otro lado, se dice que su amiga y amante Peggy Caserta tampoco estaba disponible, ya que se había marchado al hotel Chateau Marmont con otra gente. El dolor que le causaba el rechazo fue una constante en su vida, y el 4 de octubre de 1970 recibió la estocada final.

Esa madrugada se inyectó heroína por última vez y el pinchazo fue mortal. Ya no habría más dolor ni rechazo; estaba muerta antes del amanecer. Por la mañana, Paul Rothchild, su productor, se preocupó porque no había llegado al estudio de grabación y cuando fue a buscarla la encontró en la cama. La sobredosis había hecho su efecto. Aunque muchos culparon tanto a Seth como a Peggy, ninguno de los dos estaba esa noche allí. Janis era dueña de sus actos y esclava de sus debilidades.

Peggy Caserta y Janis Joplin
Peggy Caserta y Janis Joplin

Ella, no el destino ni la suerte, quiso que su fiesta de despedida estuviera paga. Janis había dejado el dinero necesario para ese propósito y cerca de 200 personas acudieron unos días después, cuando su cuerpo ya había sido cremado, para esparcir las cenizas por el Océano Pacífico. Las playas de California fueron las elegidas para el funeral más hippie del mundo: no faltaron ni la música ni los brownies de hachís. Play

Una chica triste

En una nota televisiva le preguntaron si ella componía las canciones que cantaba, a lo que simplemente respondió: «No las escribo, me las invento». Otra vez decidió irse a Río de Janeiro, Brasil, para conocer el carnaval y terminó haciendo dedo en el norte de ese país como cualquier mochilera. Su espíritu era libre y marcó una época con su voz y sus gestos, siendo una mujer tan frágil como empoderada, tan dulce como exagerada. A Janis nada la detuvo, tan solo la muerte.

«Tocar es como lo más divertido del mundo, sentirlo y meterte dentro», decía quien más que cantante era una performer, una artista que vivía rock and roll, que respiraba blues. Su modo de vida no era una pose y a la pregunta de qué buscaban los jóvenes, supo responder: «Sinceridad y pasarlo bien. Quieren que la gente deje de mentirles, que cumplan sus promesas, no como los políticos y los padres». Los suyos, lejos de animarla a cantar, querían que fuera maestra. Empezó a mostrar sus cualidades a los 17, y diez años después ya no existía. Tan estrella y tan fugaz, Janis se fue como una miembro más del fatídico Club de los 27.

La Dama Blanca del Blues primero escuchó mucha música y después empezó a cantar. Así, autodidacta y genial, encontró en su voz un diamante en bruto que pronto comenzó a brillar. «¡Y sabía cantar! Fue una sorpresa», reconoció, asombrada de ella misma. Escuchó blues por primera vez cuando tenía 14 años en la voz de Leadbelly, creador de éxitos como «Midnight Special» (cuya versión más famosa la hizo Creedence Clearwater Revival), y famoso por entrar y salir de prisión con bastante frecuencia. Esa fue la influencia de Janis: un hombre negro, con una vida dura, viviendo al margen de la sociedad. Ella, mujer y blanca, en cierto punto llegó a parecérsele bastante. Play

Llora, nena

En el colegio siempre estaba sola, le gustaba pintar y en el arte encontraba su refugio, pero pronto eso cambió. ¿Qué pasó? «Me liberé», supo decir con orgullo a un periodista local cuando volvió como la hija pródiga de una sociedad que la había expulsado. «Cantando te exteriorizás, pero si pintás lo guardas todo adentro», explicó.

«Recuerdo una vez, cuando era pequeña, que un médico le dijo a mi madre que si ‘no me enderezaba’ acabaría en la cárcel o en un manicomio cuando cumpliera 21 años. Cuando cumplí 25 años y salió mi segundo disco, mi madre me mandó un telegrama felicitándome por seguir en la calle», dijo Janis en una conferencia de prensa manteniendo la sonrisa, mientras sus ojos se hacían cada vez más chiquitos detrás de unos lentes de colores que no lograban ocultar la tristeza.

Ser una chica blanca interpretando música de negros no era lo habitual para una texana de su casa. «Cuando empecé a cantar blues creyeron que estaba loca, ya sabes cómo son los pueblos: te casas al acabar el colegio secundario, tienes muchos hijos y te callas, ¿verdad? No hice nada de eso. Aún no lo han entendido». Y como no la entendían, la maltrataban. Queda claro en el documental Janis: Little Girl Blue, cuando su viejo amigo Powell St John cuenta que fue elegida como «El hombre más feo de Austin», y cómo eso la destrozó. «Nunca vi algo tan triste», recordó el texano.

Ella era sapo de otro pozo y así es como en los 60 Janis se mudó a California, más precisamente a San Francisco, el paraíso de los hippies en ese entonces. Según dijo, «no soportaba más estar en Texas». En cambio, San Francisco era «mucho más libre: puedes hacer lo que quieres, nadie se mete contigo». A Port Arthur volvió poco y nada. Los motivos estaban a flor de piel: «Me echaron de la clase, de la ciudad y del estado».

Janis Joplin
Janis Joplin

En San Francisco se mudó con una chica negra, Jae Whittaker, en una época de lucha por la igualdad de blancos y negros. Años más tarde, Jae aseguró que no fue por rebeldía su inclinación sexual, sino porque realmente lo sentía. El romance duró hasta que Janis empezó a coquetear con las metanfetaminas. Las drogas la alejaron de Whittaker y la acercaron a personas con las que empezaba a involucrarse de manera sentimental y tóxica. Mientras tanto su carrera iba tomando forma y ya nadie dudaba de su excelencia como música de blues y soul.

Para 1966 ya se había sumado a Big Brother and The Holding Company gracias a la conexión de Chet Helms. Este personaje, llamado El padre del verano del amor en el circuito de San Francisco, fue el mánager de este grupo que encontró en Janis a una piedra preciosa. Helms también era de Texas y fue uno de los responsables de que ella finalmente se instalara en el estado de California.

Pronto Janis dejaría también a Helms y se iría con Albert Grossman, el mismo que representaba a Bob Dylan. Luego armó la Kozmic Blues Band, con quienes sacó un disco, y al año ya estaba grabando «Pearl» con una banda que la tenía muy a gusto: la Full Tilt Boogie. El disco póstumo guarda los últimos suspiros: «Mercedez Benz» a capela y «Buried Alive in the Blues» instrumental, tal como ella lo dejó.

Tan pronto como se construyó el mito, llegó la muerte y la vida eterna de un alma insatisfecha, como le escribió a su antiguo novio Peter LeBlanc cuando aún estaba en Port Arthur. «En mis intentos de encontrar algún patrón en mi vida, he visto que he empezado con mucho vigor cada vez, y he acabado muy jodida. Todo lo que hice fue ser salvaje, beber constantemente, cogerme gente, cantar (…). Jesús fuckin’ Cristo, tengo muchísimas ganas de ser feliz«.


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